domingo, 18 de julio de 2010

Cap. 8 LA INVERSIÓN PRODUCTIVA

La década de 1970 fue una época de gran dinamismo para América Latina. El crecimiento promedio del PIB bordeó el 6%, gracias al enorme impulso de la inversión (o acumulación de capital) el cual estuvo cercano al 22% del producto.
Los flujos de capital externo, en especial los créditos, ayudaron a que las economías de la región invirtieran recursos en grandes proyectos industriales y de infraestructura, liderados en su mayoría por el sector público. No obstante, el “alto crecimiento” tuvo como efecto colateral un “alto endeudamiento”, que a final de cuentas resultó insostenible, como lo demostró la crisis de la deuda externa que se suscitó a inicios de la década de 1980.
La América Latina del nuevo milenio es distinta de la las décadas de 1980 y 1990, ya que existe un mayor énfasis en la participación del sector privado y mayor preocupación por la sostenibilidad de las cuentas públicas.

NATURALEZA DE LA INVERSIÓN
La inversión es aquella parte de la producción que se utiliza para mantener o aumentar el stock de capital en la economía. Al aumentar el stock de capital, el gasto de inversión hace crecer la capacidad productiva futura de la economía.

Tres áreas principales de inversión:

OTRAS FORMAS DE INVERSIÓN
Si bien la inversión fija de las empresas, la acumulación de existencias y las viviendas son las principales categorías de inversión que comúnmente se miden, ciertamente no son las únicas. Hay también otras maneras de gastar en bienes durables, que aumentan la capacidad productiva futura.

Capital “reproducible” su stock puede aumentarse gracias a la mayor producción. Otras clases de capital, como los terrenos y los yacimientos mineros, son capital “no reproducible”, puesto que no es posible aumentarlos por la vía de producir más.

El deterioro de los recursos naturales debería entonces contarse como inversión negativa ya que reduce la capacidad productiva futura de la economía.

Una fuerza de trabajo bien entrenada implica un tipo de “capital humano” ya que l capacitación de los trabajadores aumenta la capacidad productiva de la fuerza laboral. Sin embargo al igual que sucede con los bienes durables, el gasto en educación y capacitación generalmente se clasifica erróneamente como consumo y no como inversión. Una cuestión similar ocurre con los gastos en investigación y desarrollo.
A la hora de medir la inversión, resulta crucial distinguir entre “inversión bruta” e “inversión neta”.

La diferencia entre ambas es precisamente la depreciación del stock de capital, es decir el monto en que el capital existente se gasta durante un año determinado.

PATRONES DE INVERSIÓN
El gasto de inversión es muchísimo más volátil que el gasto en consumo. El consumidor en general desea “suavizar” su consumo a través del tiempo, es decir, contar con un patrón de consumo estable.
En América Latina, con excepción de Chile, la tasa de inversión es menor que la de los países desarrollados. No obstante, la brecha es todavía mayor si se compara con la de los países del Sureste Asiático, quienes por lo común destinan más de una cuarta parte de su producción a la formación de capital.
Desde esa perspectiva, no es extraño que los últimos 40 años el crecimiento del ingreso por habitante de los Tigres Asiáticos fuera tres veces mayor que el de América Latina.

DETERMINANTES DE LA INVERSIÓN
Una interesante regularidad empírica es que en el corto plazo la inversión responde a la tasa de crecimiento del país. Cuando el crecimiento se acelera la inversión aumenta; y cuando se desacelera la inversión disminuye. Se trata de una relación que se explica con el hecho de que las empresas invierten para ampliar la capacidad productiva futura y, por lo tanto necesitan realizar una conjetura (o formar sus expectativa) sobre el estado futuro de la economía. Una de las principales señales del estado futuro es precisamente el crecimiento del PIB por lo general se interpretan como un signo de prosperidad futura.
Otro factor central en las decisiones de inversión es la comparación entre el costo de capital, que se relaciona estrechamente con la tasa de interés y la rentabilidad del proyecto. Cuando la tasa de interés cae resulta conveniente invertir más, porque el costo de financiar la inversión es menor. Justamente por esa relación es que los gobiernos intentan influir en las decisiones de inversión.
En la práctica, no todas las personas ni todas las empresas pueden endeudarse libremente a la tasa de interés de mercado para financiar sus inversiones, aun cuando el proyecto sea rentable.
“Racionamiento de crédito”, aparece en dos casos:Bibliografía:
Titulo del Libro: MACROECONOMIA EN LA PRACTICA
Autor: LARRAIN FELIPE
Editorial: PEARSON Año: 2005
Pag. 107-118

domingo, 11 de julio de 2010

LA IMPORTANCIA DEL CONSUMO Y EL AHORRO

El comienzo de la recesión en Estados Unidos, en marzo de 2001: el impacto psicológico de los atentados del 11 de septiembre del mismo año, y la guerra en Irak en marzo de 2003, afectaron en forma significativa los índices de confianza de los consumidores, los cuales miden el estado de ánimo frente a condiciones económicas como el desempleo, la inflación y las expectativas sobre los acontecimientos futuros.
En efecto, comprender los factores que determinan el consumo de una familia y de un país resulta fundamental para entender cómo funciona la economía. En primer lugar el consumo es el destino de la mayor parte de la producción nacional. Por ejemplo, el consumo representa el 74% del PIB en Argentina, el 71% en México, el 70% en Estados Unidos, el 66% en Chile y el 58% en España. En consecuencia, cuando una economía local se estanca o crece muy poco, una de las principales preguntas que las autoridades que administran las cuestiones económicas deben responder es cómo van a reactivar el consumo. En segundo lugar, las decisiones relacionadas con el consumo son la otra cara de la medalla de las decisiones de ahorro. Estudios recientes demuestran que los países que más ahorran tienden a crecer más.

LA DECISIÓN ENTRE CONSUMO Y AHORRO
Una cuestión clave para el análisis es la manera en que las familias determinan cuánto de su ingreso corriente van a ahorrar y cuánto a consumir.
En general, las familias periódicamente disponen de ingresos laborales o financieros, además de que tienen una idea aproximada de los ingresos que podrían recibir a futuro. Al mismo tiempo, poseen un nivel de riqueza acumulado a través del tiempo, producto de herencias o ingresos anteriores. La decisión entre consumo y ahorro no depende sólo del ingreso y la riqueza actuales, sino también de las expectativas futuras: por ello se afirma que se trata de una decisión de carácter “intertemporal”.
Sin embargo, la decisión de consumo se ajusta a una importante restricción.
Las familias prefieren una trayectoria de consumo estable a una inestable. Puesto que el ingreso llega a fluctuar entre periodos, la relación entre consumo e ingreso corriente no es tan clara. Aquellas familias que pueden endeudarse en los mercados financieros determinan su consumo no sobre lavase del ingreso presente, sino del ingreso permanente. Este último es una especie de promedio que se obtiene entre el ingreso actual y el ingreso futuro esperado.
En el caso de una caída temporal del ingreso corriente, el ingreso permanente varía poco, en tanto que el consumo no disminuye significativamente. Como el consumo cae poco frente a una reducción del ingreso actual, se reduce el ahorro. No obstante, en caso de una caída permanente del ingreso o que se perciba como permanente el consumo disminuye en un monto similar al del ingreso, mientras que el ahorro no varía demasiado.
Otra observación importante es que hay un patrón regular del ingreso durante la vida de las personas. Cuando son jóvenes, sus ingresos san bajos, por lo que a menudo se endeudan. Al jubilarse, sus ingresos laborales caen, por lo cual deben consumir los recursos que acumularon hasta entonces.

Hay dos etapas de desahorro en la vida de un individuo, los primeros y los últimos años y una de ahorro, los años intermedios, observe la siguiente grafica.


LAS RESTRICCIONES DE LIQUIDEZ Y EL AHORRO PRECAUTORIO.
La restricción de liquidez se define como la incapacidad de algunos individuos de endeudarse considerando sus ingresos futuros, lo cual se debe a que quienes otorgan el crédito suponen que esos individuos enfrentarán dificultades para pagar los préstamos, y no cuentan con las garantías adecuadas que los respalden.
Los mercados financieros por lo general prestan contra una garantía, no sólo contra la promesa de que un deudor financiará el servicio de su crédito con sus ingresos laborales futuros. Una importante lección es que, con restricciones de liquidez, el consumo y el ahorro se relacionan con el ingreso corriente de forma más estrecha que si no existiesen tales restricciones.
Otro aspecto que debe considerarse, es el hecho de que el consumo depende de las expectativas de ingreso venidero; por lo tanto, a mayor incertidumbre sobre el futuro, las personas ahorrarán más. Se trata de un fenómeno que sirve para entender por qué, luego de las recesiones el consumo reacciona cautelosamente a la recuperación de la actividad económica, aunque no haya restricciones de liquidez: las personas necesitan determinar claramente si el shock negativo tuvo una naturaleza transitoria o permanente; en consecuencia, el consumo sube en forma gradual hasta los niveles que se observaban antes de la crisis.
La experiencia chilena de los últimos 40 años sirve para ilustrar los dos nuevos elementos. (grafica) La ejecución de una serie de reformas financieras a mediados de la década de 1980, posibilito la disminución de tales restricciones y la profundización financiera.
El resultado, entre 1985 y 1997, periodo de oro de la economía chilena, fue que el consumo nacional creció a una tasa promedio anual del 9,4%, lo cual fue impulsado por el alto crecimiento del ingreso de las familias, las buenas expectativas respecto del futuro y la profundización de los créditos al consumo.

EL AHORRO NACIONAL
El análisis previo se constituye principalmente alrededor de una familia individual “representativa”. El ahorro agregado depende de la distribución por edades de la población y del crecimiento del ingreso pues ambos factores ayudan a determinar la riqueza de los ahorrantes jóvenes, en comparación con los des ahorradores mayores.
Una tasa de interés mayor resulta un incentivo para aumentar el ahorro, lo cual, dado el nivel de ingreso, se conoce como “efecto sustitución”. Sin embargo, si la familia es acreedora neta (tiene más activos que pasivos financieros) el incremento de la tasa de interés también aumenta el ingreso futuro; por lo tanto, tiende a incrementarse el consumo y a reducirse el ahorro (“efecto ingreso”).
En el caso de una familia que es deudora neta (cuenta con más pasivos que activos) ambos efectos del aumento de la tasa de interés van en la misma dirección: hacia un aumento del ahorro.
Una regularidad empírica del ahorro es que las economías que crecen más rápido tienden a mostrar tasas de ahorro mayores que aquellas que lo hacen más lento. No se puede saber si el alto ahorro determina el alto crecimiento, o si es el alto crecimiento el que genera un gran ahorro. En la práctica quizá la causalidad vaya en ambas direcciones.


¿Por qué ahorran tanto en Japón?

Muchos analistas tratan de explicar por qué las tasas de ahorro son tan altas en Japón en comparación con la de Estados Unidos, una brecha persistente desde la Posguerra. Mientras en 2001 en Japón la razón del ahorro interno y el PIB era del 26%, en Estados Unidos apenas llegaba al 17%.
Las familias en Estados Unidos gastan una mayor proporción de su ingreso en bienes duraderos como automóviles, televisores y refrigeradores. Convencionalmente este tipo de gasto se clasifica como consumo, en vez de inversión.


Fumio Hayashi, prominente analista del tema, argumenta que las altas tasas de ahorro de Japón durante la Posguerra quizá se deban al hecho de que la segunda Guerra Mundial destruyo el stock de capital japonés, haciendo muy atractivo el retorno de los ahorros. También indica que los altos precios de la viviendas, si se suman a las restricciones de liquidez, obligan a los jóvenes japoneses a ahorrar mucho para comprarse una, con lo cual contribuyen a aumentar las tasas de ahorro.
En la década de 1980, parte de la brecha entre las tasas de ahorro se explicaba por el hecho de que, a causa del rápido crecimiento económico de Japón, los ahorrantes jóvenes eran mucho más ricos que los des ahorrantes mayores. Con ello se aseguró una alta tasa de ahorro nacional en el país, pero tal explicación perdió fuerza cuando la economía japonesa se estancó en la década de 1990.
En términos más generales, queda una fuerte sensación de que se necesitan nuevos argumentos para explicar las diferencias en el comportamiento del ahorro entre distintas naciones.


Bibliografía:
Titulo del Libro: MACROECONOMIA EN LA PRACTICA
Autor: LARRAIN FELIPE
Editorial: PEARSON Año: 2005
Pag. 91-104